lunes, 7 de febrero de 2011

En un 'todos a una'.




Durante unos años navegaba por  un océano sin nombre un barco cuyos marineros fieles a sus ideales y a su patrón, remaban en un mismo rumbo, superando tormentas, tempestades, ganando batallas,… Pero ese rumbo no tenia fin. No tenía un destino. Todos los tripulantes perdían ilusiones.

El Capitán, ya desanimado, tras muchas zancadillas del propio Dios de las aguas, ponía su cargo de patrón a disposición de la tripulación y era relevado de su puesto. Y la situación empeoró por segundos. Marineros que abandonaban, provisiones que escaseaban, y lo peor de todo, que cada día se navegaba con diferente rumbo y con destino siempre incierto. La situación se hacía insostenible. La exigua tripulación que quedaba se sublevaba y ponía el patronazgo de la nave en manos del marinero más joven, pero que más claras parecía tener los ideales.

En un “todos a una” decidían emprender un único rumbo, buscando un puerto en el que alimentarse de nuevos marineros, nuevas provisiones. Superaban grandes olas y alguna que otra tormenta, pero pasaban los meses y la falta de lealtad de algunos de los tripulantes, necesaria para llegar a buen puerto, se hacía presente. Solo una cosa había cambiado. Todos remaban hacia un mismo destino. Pero ahí seguía el poderoso Neptuno. Alterando las aguas para hacer aún mas difícil la travesía.

Con menos ilusiones quizás que al principio, pero siempre con confianza, mantengo la esperanza de dirigir ese barco, llegar a un puerto y volver a zarpar. O quizás no. ¡Quién sabe!. 

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