jueves, 26 de enero de 2012

Merci

Aunque nunca lleguen a leer esta entrada, hoy quiero dar las GRACIAS a la familia de T.C. GRACIAS por tomar en aquel difícil momento la decisión de que sus órganos continuaran dando esperanza a otras personas. GRACIAS porque veinte años después he sabido que uno de ellos cambió la vida de una de las personas que más quería.  Una persona que hace unos meses, también nos dejó, y se fue sin saber jamás, tu nombre ni tu edad, pero que durante todos estos años ha llevado algo de ti. 

Hace unas horas un cúmulo de circunstancias han puesto ante mis ojos aquello que no estaba permitido conocer.

T.: Allá donde estés GRACIAS pequeño y D.E.P. 
T.: au-delà où vous Merci petit et R.I.P.


jueves, 5 de enero de 2012

Carta a los Magos de Oriente

Estimadas Majestades:

Permitidme ser osado y escribiros una carta desde un desván sin palabras. Aprendí desde niño a esperaros con el corazón en vilo la noche del cinco de enero. Y ahora que soy mayor, sigo siendo súbdito de vuestra estrella. Y ahora que he crecido, sóis los únicos monarcas a quienes rindo pleitesía en la noche mágica que dura vuestro reinado.

No os escribí nada porque pensé que nada quería en vuestra visita de este año. Quizás lo de siempre, que doy por hecho: una pizca de salud, al menos para seguir manteniéndola  y seguir en pie para plantarle cara a la vida que me toque vivir.


Pero caigo en la cuenta de que, vendría bien recibir de vuestras majestades un poquito de ilusión para mí y para mis pequeños, para que con ella podamos seguir viviendo cada año la magia de vuestro reinado.

Y si no habéis olvidado dónde está mi habitación, dejadme ya de paso el don de la sonrisa, para seguir alumbrando mi camino y el de los que quiero. Dejadme también la capacidad de volver a ser niño con mis niños, al menos en este día, para poder jurar mañana que ví un rastro de luz saliendo del salón mientras en la bandeja de los dulces no quedaban más que miguitas. Dejadme también más recuerdos, aún si caben, de esas personas que quedaron atrás, que con su luz guían vuestro camino, y que en mi niñez me guiaron en mi camino hacia vosotros.

Dejadme la inocencia de entonces, los ojos brillantes, la fantasía, la emoción, los nervios, la fe en vuestra magia… para hacérselos llegar a ellos, los pequeños, mis pequeños, los verdaderos protagonistas de estas próximas horas.

Dadme valentía para seguir levantándome cada mañana, esperanza para mirar de frente al dolor, generosidad para no guardarme nada, serenidad para aceptar mis errores y paciencia para asumirlos como parte mía sin castigarme por ello. Poned al lado un granito de alegría para lo que venga, ternura para quien me la pida y la capacidad de perdonar a quienes quise y no me quisieron, igual que quisiera perdonarme por no estar a la altura de quienes me quisieron mientras yo miraba para otro lado.

Y si esta carta no os llegase a tiempo, acudid cuando lo deseéis y dejad lo suficiente para que el año que viene, vuelva a vivir vuestro encantamiento junto a ellos,  y a su vez convertirme en niño, en el día más mágico del año.