martes, 21 de febrero de 2023

Aquellos olores que nos traen recuerdos

Basta con oler algo para recordar ciertos momentos, que nuestro pensamiento viaje a instantes muy pasados y visualizar un lugar, una situación o incluso una persona. Cuantas veces nos pasa eso, ir por la calle y que nos llegue ese olor, de repente cerrar los ojos, y en nuestra mente aparecer recuerdos, a la vez que nos llegan sensaciones de un tiempo atrás. Fragancias de perfumes, o aromas de la naturaleza, algo tan común como el olor a tierra mojada.

Dicen que son estos recuerdos, los causados por el olfato, los que producen una mayor activación del cerebro y nos reportan aquellos más antiguos y más emocionales, que además producen una mayor sensación de “viaje en el tiempo”. Son estos recuerdos los que por momentos nos trasladan a nuestra niñez.

Es una pena que no seamos conscientes de esto en nuestros primeros años de vida, pero el cuerpo, en concreto nuestro cerebro, es sabio. Son esos olores los que se quedan grabados, los que con el paso de los años adquieren ese valor emocional, que apreciamos y anhelamos.

Y son tantos aquellos olores… el olor del ambiente de aquella bella ciudad en la que di mis primeros pasos, aquel material escolar -plastilina incluida- de los primeros años de párvulos, o el del ambiente playero de aquellas mañanas veraniegas. El de aquella dehesa, a última hora de esas tardes en primavera, o el de un pinar, al que subíamos a corretear a rienda suelta, o el de la hierba recién cortada. El de la tierra mojada, en los primeros minutos de aquellas tormentas veraniegas. El del hogar de los abuelos, cada vez que regresábamos en verano, por fiestas navideñas o en ocasiones puntuales, siempre menos de las deseadas. El olor de aquella fábrica de dulces, con sus hornos en pleno funcionamiento, cociendo en el centro de la ciudad, mi ciudad, mi tierra; y el de los chopos y toda la naturaleza a los márgenes de aquel majestuoso rio, cuando bajaba con mi abuelo a pasear. Aromas de algún perfume que siempre te recuerda a alguien muy cercano, y olores de guisos, que siempre recuerdan aquellas comidas caseras elaboradas por mi madre, en aquellos años, lejanos ya, de mi infancia.


Sí, lejanos ya en el tiempo, y en la distancia, pero cada vez más cercanos en la memoria, gracias a ese poder, a esa relación entre el cerebro y el sentido del olfato, muchas veces el más desatendido, pero con el tiempo, el más poderoso.

jueves, 9 de febrero de 2023

Tuvimos la oportunidad de cambiar, y no lo hicimos

Fueron meses muy valiosos. El mundo se paró, la humanidad contuvo la respiración, y se reflexionó como nunca antes hasta entonces se había hecho, acerca de la vulnerabilidad de nuestras vidas, y del miedo a la muerte, más cerca que nunca.

                       (Foto: ABC)

La incertidumbre y las dudas se apoderaron de nuestro pensamiento, y llegamos a creer que estábamos ante esa oportunidad de cambiar el mundo, donde la bondad, la solidaridad, el respeto y las acciones que habíamos llevado a cabo en aquel tiempo, cambiarían en un futuro nuestro día a día.

El mundo se paró, y estuvimos aislados durante muchas semanas, incluso meses. Se valoró entonces la labor de los que lucharon en primera línea, sanitarios, personal de cuerpos policiales, militares, transportistas o empleados de supermercados.

Las cifras que van quedando en tercer plano ya, y que no parecen ya nada importar, las oficiales, hablan de casi siete millones de fallecidos a nivel mundial, casi 119.000 solamente en nuestro país. Y eso solamente las cifras oficiales. Todos hemos perdido en estos tres últimos años a alguien cercano, familiar, amigo, vecino o conocido.

Pero hoy, solamente tres años después, todo se ha olvidado. Hoy la sociedad ha vuelto a la vida cotidiana como la conocíamos antes, personas en las calles, negocios abiertos, vuelta a los trabajos esclavizadores,.. Volvemos a ser la misma sociedad que éramos hasta aquel mes de marzo del año 2020, egoísta y desagradecida, que no quiere aprender, ni acercarse al conocimiento como parte valiosa de su vida, que solamente aspira a buscar un entretenimiento basado entre la relación de la propia persona y algún dispositivo electrónico, que le sirva para evadirse de la realidad.

Hubo un día en el que el planeta se detuvo, y tuvimos la oportunidad de cambiar. Estuvimos a muy poco, pero no lo hicimos. Y se quedó en eso, en aquella oportunidad desaprovechada, ya perdida. Ganaron una vez más todos los dirigentes políticos y económicos que regentan el rumbo de nuestro planeta y a su vez controlan a toda la humanidad.

jueves, 2 de febrero de 2023

Me caí del mundo y no se por donde se entra

Esta entrada no es mía, pero la leí y me llegó muy profundamente, porque me identifico plenamente con ella.

"¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su teléfono móvil a los pocos meses de comprarlo? ¿Será acaso que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡Los diarios! servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia, para limpiar cristales, para envolver. Las veces que nos enterábamos de alguna noticia leyendo el diario pegado al trozo de carne o desenvolviendo los huevos que meticulosamente había envuelto en un periódico el tendero del barrio. Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros, para hacer adornos de navidad y las páginas de los calendarios para hacer cuadros y los cuentagotas de las medicinas por si algún medicamento nos llegaba sin él. Nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Y hoy, sin embargo, deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también hasta el respeto y la amistad son descartables... Pero, no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. De la moral que se desecha si de ganar dinero se trata. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte en cuanto confunden el nombre de dos de sus nietos, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos en cuanto a uno de ellos se le cae la barriga, o le sale alguna arruga. Esto sólo es una crónica que habla de tecnología y de teléfonos móviles. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a mi señora como parte de pago de otra con menos kilómetros y alguna función nueva. 

Pero, yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que ella me gane de mano y sea yo el entregado."



Autor: Eduardo Galeano