miércoles, 4 de enero de 2017

Feliz y próspero año 2017

Días de hacer balance y marcarse propósitos. Y es que se va un año que entró por el pie izquierdo, que luego llegó con alegrías, que trajo reencuentros, que cambió nuestra rutina, que nos dejó dolor y tristeza, que nos devolvió recuerdos de antaño, y que se despide como otros años de atrás, con el recuerdo de los que están a nuestro lado cada día, los que están en la distancia y, siempre, el de los que un día nos dejaron.

Un año en el que hubo muchos cambios. En el que estas navidades se vuelve a sumar un hueco más en la mesa. Un año en el que, por fin, uno aprendió que, en numerosas ocasiones, la vida no es más que una obra de teatro y nada es lo que parece. Una vida donde la hipocresía, el egoísmo o la deslealtad no brillan precisamente por su ausencia, y se los encuentra uno en cada esquina. Y aprendió que no hace daño quien quiere, sino quien puede, aunque en ocasiones no sea consciente de que lo estén haciendo. Que cuando, desde la sinceridad y el respeto, uno dice lo que piensa, y se posiciona, y quienes lo oyen no lo comparten, hay personas, pocas, que le dejan a uno de lado. En el que alguna decisión tomada fue, seguramente, equivocada. Y se dio cuenta de que es bueno ver las cosas desde fuera para, desde dentro, afrontarlas por el mejor de los caminos. Y lloró a quién se fue el mismo día en el que celebraba la llegada de una nueva luz a su vida, mi vida. Y valoró, y valora, a quien estuvo cuando era el momento… en cada instante. Y uno pierde la ilusión y desea que en estas fechas los días del calendario se conviertan en horas, y vuelva todo a la normalidad, al día a día.

Ahora toca olvidar, o no; dejar de lado lo negativo, y quedarse con lo bueno, que también lo ha habido. De los encuentros familiares, de las reuniones con amigos, de los buenos ratos compartidos en torno a la música, con unos y con otros. De las buenas personas, que no saben que lo son, que nunca esperan nada a cambio ni ven en sus actos obligación alguna, porque sus acciones, simplemente, salen de su corazón y se nutren de total autenticidad. Personas que un día aparecieron en mi vida y, aunque con algunas de ellas nuestros encuentros sean de “pascuas a ramos”, siguen estando ahí. Y me quedo con mis momentos, con mis ratos en buena compañía, la de mi gente, la de los míos; y con mis ratos, los menos, de soledad, en ocasiones necesarios. Todo esto es lo que quiero conservar para este nuevo año que entra, y sumarlo a una pequeña lista de propósitos, retos y algún proyecto nuevo.

Un año 2016 para quedarse con las cosas aprendidas, dejar que todo lo negativo pase a formar parte de mi historia y llevarme conmigo todo lo bueno vivido. Feliz y próspero año 2017.