Anoche se cerró el telón por última vez. Un punto y
seguido. Atrás quedan ya meses de dedicación y duro trabajo, jornadas de
ensayos y muchas y más horas de preparativos para que esta gran fábrica de
ilusión, sentimientos, sueños, emociones y magia haya funcionado al cien por
cien estos últimos días.
Realmente uno no llega a ser consciente de todo lo que
transmitimos, pero nos vamos dando cuenta, sesión tras sesión, al ver desde el
escenario las caras de las cientos y cientos de personas que han visto este
espectáculo, que han llegado hasta Amoblua, ese planeta donde todo es perfecto.
Caras con sonrisas, o con los ojos enjugados en lágrimas. Y también con las palabras
de reconocimiento y agradecimiento de los amigos y de infinidad de personas
anónimas para uno, que estos días nos han hecho llegar en persona o a través de
las redes sociales.
Esto es grande. Y se ha demostrado una vez más que juntos
podemos hacerlo. Nuestro “jefe”, los cantantes, el coro, los bailarines, los
actores, los niños o los músicos, somos los que damos la cara. Pero ello no
sería posible sin la labor de todas esas otras muchas personas que están detrás,
que el público no ve o no reconocen, y que sin ellos, esto no hubiese sido una
realidad una vez más. Desde esas personas que están desde el principio en
producción, logrando el apoyo de patrocinadores y entidades, pasando por esa gran
regidora, hasta el personal de merchandising, peluquería, maquillaje, atrezzo, las
chicas de vestuario, los técnicos de sonido y luces, personal de escenario y
decoración, catering, las monitoras de los peques, etc, etc, etc,… En esta
ocasión no voy a citar ningún nombre; los que los conocéis ya sabéis quiénes
son y quiénes sois. A ti, espectador, decirte que son personas “anónimas” al
igual que los que estamos sobre el escenario, que nos hemos propuesto una vez
más el dar ese todo en beneficio de los necesitados y a cambio simple y llanamente
de haceros felices por unas horas.
Y en lo personal, ¿qué decir? Pues que un año más ha sido una gran
satisfacción para mí y para mi familia el haber sido cuatro pequeños “engranajes”
en esta fábrica generadora de, como cité
al principio, ilusión, sentimientos, sueños, emociones y magia. Que es un
enorme orgullo formar parte de esta gran familia de la que nos despedimos ayer
con un “hasta pronto”. Que todo lo que hemos recibido no tiene precio. Todo
inmaterial, pero de un gran valor incalculable. Que me quedo con todo: con un
poquito de todos y cada uno de vosotros; con cada canción, con cada acorde, con
cada letra…; con cada risa, con cada suspiro, con alguna lagrimilla, con cada momento
previo a la apertura del telón, con cada cierre… Pero me quedo sobre todo con
las palabras de nuestro amigo Adán, previas a “El Ciclo de la Vida”. Aquellas
que han llegado hasta lo más hondo de mi corazón dedicadas a esas “almas azules
que no han podido estar físicamente entre nosotros” y “que nos ayudan a estar
aquí, siguiendo vuestros pasos”. Y me quedo… con la energía recibida durante
todos estos días de todos vosotros, compañeros de STP y del público.
Gracias, miles y miles de gracias. Sinceras. Desde el
corazón. Ser parte de esto hace que hoy, día de la nochebuena tenga sentimientos
encontrados. Alegría de todo lo vivido y de poder celebrar estas fiestas con
los míos; alegría de todo lo que me llevo. Y tristeza, porque hoy encuentro un
vacio.
A todos, os deseo que paséis unas muy felices fiestas, y
al igual que hice hace un año, desearos también que durante el próximo año
nunca os falte ese sueño por el que luchar, ese proyecto que realizar, algo
nuevo que aprender , un lugar a donde ir, y alguien a quién querer.
Un fuerte abrazo.
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