miércoles, 19 de julio de 2023

Somos nosotros los que necesitamos ayuda

Ayer leí un texto, unas palabras escritas por una joven tras vivir una experiencia por la que todos deberíamos pasar en algún momento de nuestra vida.

Y me han marcado y me han llegado muy adentro. Unas palabras que no solo salen de su mano o de su cabeza, si no también de su corazón, un gran corazón el de esta joven de tan solo 17 años, que junto a otras nueve personas, una de ellas mi hija, de 21 años, ha estado 10 días en un país del continente africano, de esos que llamamos “del tercer mundo”, haciendo lo que muy pocas personas hoy en día son capaces de hacer: dar sin esperar nada a cambio.

Como dice, un viaje que no ha sido nada fácil, en el que han tenido de todo, momentos buenos, y menos buenos. Pero lo que más me llama la atención es la reflexión que hace.

Se prepararon mucho para este viaje. Han estado diez días tan solo con dos maletas y muchas incomodidades, trabajando muy duro para mejorar un poquito a ese mundo ayudando a los demás, y transmitiendo ese lema de una gran familia.. “La Fuerza de Uno”. Se prepararon tanto, y lo hicieron de tal manera, que no le dieron importancia a lo que sería la vuelta a casa.

Ahora, ya de vuelta, es hora de analizar, asimilar y digerir lo vivido. Y a su regreso se da cuenta de que nada ha cambiado y de que todo, absolutamente todo, sigue igual. ¿O no?


A su llegada a casa se da cuenta de que nada de lo que tiene es imprescindible para alcanzar la felicidad, esa felicidad que todo ser humano intenta conseguir con cosas materiales (más dinero, más estudios, más amigos, más cosas -y como relata-, más, más, más…). Un círculo vicioso que no nos deja ver más allá, en el que en mayor o menor medida, sin darnos cuenta, estamos la inmensa mayoría.

Y llega a la conclusión de que las personas que realmente necesitamos ayuda somos nosotros, y no esas personas de ese llamado “tercer mundo”, porque con nada, en condiciones normales, realmente lo tienen todo.

Y es cierto y lleva toda la razón. Estamos faltos de ese buen abrazo, de esas dos orejas que realmente nos escuchen, y de dejar todo, y ser dueños de nuestro tiempo hasta el punto de poder pararlo. Y sí, echamos en falta de esas tres palabras.. “GRACIAS”, “TE QUIERO”, y “LO SIENTO”. Esto es lo que nos da la felicidad plena.

De verdad, C.B.V. eres GRANDE.

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