Siempre pensé que soy parte de una sociedad donde la
podredumbre nos impide ver la magia que se esconde por sus rincones. Pero estos
últimos meses, y especialmente estos últimos días han sido eso, los días de la
magia. Una magia teñida de azul por la fuerza y la energía de un grupo de
grandísimas personas (desde el más pequeño al más veterano) que forman la
familia de Siguiendo Tus Pasos. Una magia que nadie puede arrebatar por mucho
que se lo proponga.
Siempre quise creer en la magia. En la magia transmitida
por todos aquellos que crean, ilusionan, iluminan la vida de los demás, ponen
estrellas en el pensamiento, hacen sentir los latidos del corazón, hacen que
pase el tiempo en un abrir y cerrar de ojos.
Y siempre recordaré aquella noche del último sábado de
julio, en el patio de la casa de Cervantes, donde alguien me ofreció la llave
de esta familia y la oportunidad de hacer magia y transmitirla a los demás;
llave que cogí sin preguntar ni tan siquiera qué cerradura abría. Y siempre
recordaré la noche en la que el más loco de todos los locos, con su cabeza
llena de pajaritos y otras miles de cosas, me abrió aquella puerta sin
necesidad de llave alguna y me recibió como él sabe hacerlo, con los brazos
abiertos.
Aún trato de asimilar todo: tanta amistad, tanta alegría,
tanta ilusión, tanta emoción, tanto recuerdo, tanta magia, tanta locura… y
tanta nostalgia ya…. Porque la huella que ha dejado esta experiencia en mi
corazón y en el de mis hijos, va a quedar ahí para siempre.
El fin de Siguiendo Tus Pasos es muy sencillo: ayudar. Su
lema “La fuerza de uno”, trata de hacer llegar a los espectadores y seguidores
la capacidad que tiene uno mismo para hacer algo si uno se lo propone. Y para
eso basta con creer y estar dispuesto a ofrecer a cambio de nada nuestras
ganas, nuestras ideas, nuestro tiempo y nuestro esfuerzo. Pero lo que en
realidad ocurre es que uno recibe mucho más de lo que esperaba o de lo que haya
dado. Y lo mejor de todo es que le llega sin esperarlo.
Durante todas
estas semanas de preparación y ensayos, siempre hemos tenido tendidas muchas
manos, para lo que hiciese falta. Hemos recibido desde el principio un gran acogimiento,
y para nosotros, mi familia, la experiencia ha sido extraordinaria.
Pero hay cosas que, como se suele decir, no tienen precio,
Y que a veces resultan difíciles de explicar o incluso de creer si uno no las
vive. Cosas como cuando Blue Magic abría por primera vez el telón, ver las
caras de ilusión y fantasía de todo el público de la sala contagiado desde el
principio de esa magia azul. O el ver a tus pequeños que junto con el resto de
niños disfrutaban igual o más que uno mismo transmitiendo esa energía desde el
escenario. Verlos disfrutar al máximo de cada minuto, de cada momento, de cada
compañía, … siendo niños. O tener ese momento de recuerdo de alguien que
durante toda mi vida y hasta hace poco más de un año fue un pilar fundamental
para mí, y sentir un escalofrío, como si mi dijera que allí estaba él. Y ver
las caras de esos niños llegados de miles de kilómetros, el brillo de sus ojos
y sus sonrisas, atrapados en este mundo mágico que hemos sido capaces de crear,
niños con los que Siguiendo Tus Pasos se volcó con su primer proyecto, hace
ahora dos años. Y la satisfacción de la misión cumplida. De haber completado el
aforo en las cinco sesiones y sobre todo de haber hecho felices a esas
familias, a esas personas, más de dos mil, contagiándoles esa misma magia azul,
haciéndoles olvidar durante horas los difíciles momentos por los que están
pasando muchos de ellos. Y leer, y leer comentarios o artículos, de compañeros,
de amigos y de personas anónimas. Y emocionarme, porque quien me conoce, sabe
que procuro no exteriorizar mis
sentimientos y quedármelos para mí, pero he vivido momentos en los que he
tenido que suspirar una y otra vez, o secarme las lágrimas o en los que la
propia emoción impedía que pudiera articular palabra.
Todo esto ha sido posible gracias a toda la familia de
Siguiendo Tus Pasos.
Por eso quiero aprovechar y dejar plasmado mi
agradecimiento, en primer lugar, a mi mujer por que en todo momento ha estado
ahí, y a mis hijos por acompañarme en este viaje.
Y gracias a Jorge por ser quien me ofreció aquella llave,
y por estar al otro lado del teléfono cada vez que he marcado su número o le
enviado un mensaje.
Gracias a Manu, el “loco” artífice de todo esto. No sabes
lo grande que eres, no solo como músico, sino como persona. La prueba es la
cantidad de gente que te apreciamos y que te queremos, y que nos vamos subiendo
a este barco en cada puerto. Gracias por tus horas de dedicación, tu paciencia,
tus gritos, y sobre todo por saber transmitirnos ese mensaje de “La Fuerza de
Uno”.
Gracias a María, una persona que ha hecho un grandísimo
trabajo, y que siempre ha estado cuando he tenido que acudir en alguna ocasión
a ella, sin perder en ningún momento su sonrisa.
Gracias a María (otra vez), Maria José, Lara, Sandra,
Noelia y demás personas que hicisteis que mis pequeños se adaptaran desde el
primer momento al ambiente fantástico de cada fin de semana. Y por ello gracias
también a todos y cada uno de esos niños, “los mejores” como marcaba su grito
de guerra. Eran los pequeños, pero a su vez han sido los más grandes.
Gracias (por riguroso orden alfabético) a Diego, Geni,
Ignacio, Jorge, Miquel, Nacho, Rubén y
Sergio, compañeros de percusión. Porque ha sido un placer estar junto a
vosotros, y porque he aprendido mucho de vosotros.
Gracias a Ignacio y a todos los que formabais la
batucada, porque habéis conseguido que mi cuerpo se mueva y que haya disfrutado
de ello, a pesar de las carreritas motivadas por el vestuario. Y gracias a Merce
y a aquellas personas (perdonar por no poner vuestros nombres, pero sabéis
quienes sois) que día tras día esperabais a en nuestro camino desde el
escenario hasta la entrada del teatro para hacernos más fácil ese cambio de
vestuario.
Gracias a los teclistas, a los guitarristas, a todos los músicos
de viento que estabais en el ala izquierda de ese castillo que hemos compartido
durante estos días. Gracias a los que habéis puesto vuestra voz, mayores y
pequeñas, como solistas o como integrantes del coro. A Toni, por poner esos
toques de humor, que siempre vienen muy bien, en los ensayos o en directo… Gracias a ese pedazo cuerpo de baile. Gracias
a Adán, ese pedazo presentador; y a
Lautaro, por aportar aún más ilusionismo a este mundo mágico; y a los karatecas..
Gracias a los dos grandísimos regidores, que han hecho que todo y todos
estuvieran en su sitio.
Gracias a todos los que estaban detrás, producción, estilismo,
maquillaje, peluquería, decorados.. Gracias
a los técnicos de sonido, iluminación, al personal de fotografía…
Y gracias a todas las entidades, públicas y privadas, y
todas aquellas personas colaboradores que no haya citado y a los que pido
perdón por ello.
He nombrado a muy poquitos, pero sois TODOS (con mayúsculas)
Gracias a todos y cada uno de vosotros, porque con
vuestro granito de arena habéis hecho posible nuestro mundo azul. Porque he conocido a grandísimas personas.
Porque habéis logrado que recargue mi espíritu de energía, de ilusión y de
ganas para dar mucho más. Porque he aprendido mucho de todos vosotros. Gracias por que habéis sido los culpables de
que este año que dejamos acabe para mí de la mejor de las maneras posible, y
por que sois los que habéis puesto la banda sonora estas Navidades en mi casa y
en mi corazón.
Con muchos apenas he hablado, pero todos, absolutamente
todos, aquí tenéis mi mano tendida, para siempre.
Esta vez creo que la marca que ha dejado “Blue Magic” ha colocado
el listón muy, pero que muy alto, pero estoy seguro que a nuestro amigo Manu,
algo se le ocurrirá para que sigamos ayudando a quien lo necesite, y que con
ello sigamos disfrutando de momentos como los que hemos vivido.
Un fuerte abrazo a todos y que, en este próximo año al que daremos la bienvenida en unos días, nunca os falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo nuevo que aprender, un lugar a donde ir, y a alguien a quien querer. Feliz año, familia de Siguiendo Tus Pasos.
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