Es increíble el daño que están haciendo las redes
sociales en nuestra sociedad. Cuando me refiero a redes sociales, no lo quiero
hacer solamente dirigiéndome a Facebook, Twitter, etc…. También, a foros, y a
esas aplicaciones de telefonía móvil como puedan ser WhatsApp, Line, o Telegram… , o incluso a través del cada vez
menos usado para estas temeridades: el correo electrónico.
En estos días en los que se está viviendo una situación
de crisis provocada por la primera infección de una persona por el virus del Ébola
fuera del continente africano, una vez más las redes sociales se convierten en
pasarelas cómplices de la transmisión de infinidad de barbaridades.
En España, basta que ocurra un suceso destacable, para
que de inmediato se politice y se pidan las cabezas de los dirigentes de turno,
al mismo tiempo que surgen de todos los rincones expertos en dar soluciones inmediatas a los
hechos… Sí, sí…: expertos en la materia.
Voy a poner como ejemplo, que pudiera servir para el
caso, lo que ocurrió hace unos meses en torno a unos hechos acontecidos en la
ciudad de Málaga. El 17 de agosto una chica de 20 años denuncia haber sido
víctima de una agresión sexual en el recinto ferial de la ciudad andaluza, en
la que supuestamente, se habían visto implicados, con distinto grado de
participación, cinco jóvenes, dos de ellos menores de edad, los cuales fueron
detenidos. De inmediato la prensa, y redes sociales se hicieron eco de la
noticia. Pero lo peor fue cuando la juez del Juzgado de Instrucción número 2 de
los de Málaga, decreta el archivo de la denuncia y la puesta en libertad de los
hasta entonces detenidos, una vez que
declaraciones de los implicados y de varios testigos y el análisis de las
pruebas no demostraron que se hubiera cometido el delito denunciado. Las redes
sociales “ardían”. Periodistas, supuestamente profesionales, en artículos
periodísticos, en foros y en debates en diferentes medios de comunicación, no
solo cuestionaban a la magistrada, si no que iniciaron una campaña de acoso y
derribo. Alguno pedía la dimisión del entonces ministro de Justicia. Es más,
recuerdo como un compañero posteó en un foro, que “cuando ha decretado el
archivo de las diligencias, será porque ha visto algo que se nos escapa”, y la
que le cayó no fue chica, como se suele decir.
A las semanas, la propia joven reconocía ante la magistrada que se lo había inventado
todo, siendo condenada a 10 meses de prisión y una multa. Resultado: pues
imagínense. Unos jóvenes a los que acusas de violadores, que resultan
inocentes, amenazados por la sociedad, a los que seguramente les ha cambiado
sus vidas, y no precisamente para mejor.
No se ha leído nada
de rectificaciones al respecto, Nada de nada. A las hemerotecas, o al “San
Google”, me remito. Nadie rectifica. Y el daño está hecho.
Y no sé por qué, pero me da a mí, que con lo que nos
enfrentamos ahora, con esta crisis del Ébola, pueda pasar algo parecido. En
principio todo el mundo a pedir la dimisión de la Ministra de Sanidad, moción
que apoyaré en el momento en que los resultados de las investigaciones así lo justifiquen. Pero lo primero ahora es
confiar y desear la pronta recuperación de la auxilar de enfermería, garantizar que no hay riesgo para la
población, y claro está, determinar cual o cuales han sido las causas que han
motivado el contagio, que sucedió y qué lo provocó. Luego ya se exigirán
responsabilidades, si las hay, pero con resultados en la mano.
Simultáneamente tenemos en Sabadell y Ripollet un brote
de legionela que ha afectado positivamente a 48 personas de momento y ha causado la muerte
a 9 de ellas. No he leído ni escuchado a
nadie pedir ninguna dimisión. Y repito, de momento han fallecido 9 personas.
Hay que ser serios, tener sentido de la responsabilidad y
no perderlo.
Insisto, que hay que esperar a los resultados de la
investigación. Pero a día de hoy, una de las hipótesis que se baraja, y así lo
ha reconocido la propia paciente, es un negligencia, error, o mejor llamémosle “accidente”
en el momento de quitarse el traje de protección. No se puede cuestionar la
profesionalidad de una sanitaria que se ofreció voluntaria para formar parte
del equipo que atendió al misionero García Viejo. Para tratarle, y para pasar hasta
en dos ocasiones a la habitación. Repito:
profesionalidad incuestionable. Y seguramente hayan sido más los eslabones que se hayan roto de esa cadena llamada “protocolo”.
Pero lo importante es determinar la causa, y en base a ella, exigir las
responsabilidades a quien corresponda.
Por cierto, irresponsabilidad la de algunos sanitarios
del Carlos III que se niegan a acudir a su lugar de trabajo y a asistir a un
enfermo. Parece ser, y así se ha hecho eco algún medio de comunicación, que para cubrir estas ausencias están llamando
a personas tituladas en listas de bolsas de trabajo. Si es así, si han faltado
a su código deontológico profesional, yo sí exijo desde este mismo momento la
destitución y despido de esos que han echado el pie atrás, de esos que han
faltado al tratado de sus deberes y de sus normas éticas. Si no valen, que dejen su puesto de trabajo a
otros. Esto último, de momento no se ha extendido por las redes, pero estaría
bien que dieran explicaciones en los
medios, al igual que se les exigen a los responsables políticos.
Y por no hablar la que se ha liado con el “Excalibur”, el
perro de la auxiliar contagiada por ébola. No hay resultados científicos que
demuestren que el can, una vez en contacto con la paciente, no suponga un
riesgo de transmisión de la enfermedad al hombre en tanto en cuanto no existe
garantía de que los animales infectados
no eliminen el virus a través de sus fluidos orgánicos. Y ha tenido que ser un
juzgado el que haya tenido que ordenar el sacrificio del animal. Ahí han salido
a la palestra en su defensa los animalistas de turno y los veterinarios
expertos. De los primeros, los que defienden a los animales, cosa que admiro,
no se ha ofrecido nadie a recoger al perro y llevarlo a su casa y ponerlo en
cuarentena. Y leyendo un poquito por las redes, qué casualidad, que muchos que
han protestado contra esta resolución, son los mismos que defienden el aborto.
Algo no me cuadra. Los mismos que les da absolutamente igual y no han hecho nunca
una referencia a que en Guinea, Liberia y Sierra Leona existan más de ocho mil
infectados, y más de tres mil ochocientos muertos.
Un poquito de cordura, razonamiento, seriedad y
responsabilidad, Solo un poquito, nada más.
Lo estamos viviendo ahora, y ya pasó algo parecido con el
“mal de las vacas locas”, con el de la “gripe aviar”. Y ahora, más de lo mismo.
Y claro, cada vez, como en cada ocasión, después de todo
esto salen los expertos, una y otra vez, los del “ya decía yo”, los del “estaba
claro”, políticos, periodistas y cientos de personas anónimas, que viven del
oportunismo y del populismo. Y los desalmados que publican noticias falsas,
infundadas, con el fin de alarmar a las masas. Y los crédulos e inocentes que
difunden e inundan las redes sociales, los foros, la red… con estas falsas
informaciones. Y el resultado es un mundo que va dejando de tener pies y
cabeza. Apagas la tele, el ordenador y el móvil, y decides escuchar música
relajadamente, leer un libro o salir a pasear alejándole del mundanal ruido.
Como decía aquella pequeña protagonista de una famosa
tira de humor gráfico: “Que paren el mundo, que me quiero bajar”