martes, 20 de septiembre de 2011

El valor de la Lealtad

Lealtad: Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad, y las del honor y hombría de bien. Así lo define el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española.

Al enseñarnos valores, se nos habla del amor (caridad en su auténtico significado) y muchos otros que consideramos como las mayores virtudes. Pero si hay un valor humano al que distingo preferentemente, porque pienso que nos lleva a todas las virtudes es ese: la lealtad.


Tengo fe porque confío en que lo que se me dice es cierto, y tengo esperanza por la misma razón. Soy generoso con mi tiempo, con mis afectos, mis conocimientos y con mis cosas porque soy leal al valor supremo de la caridad.

Ser leal, es ser congruente entre lo que se tiene como valor humano y lo que se hace en la vida diaria. Ser leal es mantener en absoluta consonancia lo que se dice, se ofrece, se promete o se jura, y lo que se hace en la práctica. Ser leal es no solamente la antítesis de la traición sino de la falla de conducta por debilidad de carácter.

Quien es leal respeta sus compromisos para con su gente y consigo mismo. Si digo amar, la lealtad me obliga con el ser amado a mantener ese amor en hechos cotidianos ("obras son amores, no buenas razones"), pero me obliga también ante mí, para ser leal conmigo mismo.

La lealtad es el cumplimiento de la "simple" palabra dada, ya no digamos la comprometida por escrito en promesas y convenios de cualquier tipo. Un ser leal, sella compromisos con un abrazo o apretón de manos, que valen más que cualquier documento, porque sobre todo es leal a su palabra.

Incumplir compromisos adquiridos voluntariamente solo se justifica por la impotencia de hacerlo: nadie está obligado a lo imposible, es principio de derecho.

Como en toda escala de valores, la lealtad es primero con los principios morales y legales y luego con las personas. Hay quienes confunden la lealtad con la sumisión y la connivencia, y así, por "fidelidad" o "lealtad" a un jefe o un amigo, actúan en contra de la ley o la moral. Esto no debe ser; quien pide lealtad a costa de principios no la merece, pues contradice la propia escala de valores.

Quien es leal, cumple sus compromisos con todos en la vida real; no es asunto de discurso "bonito" o de frases petulantes. En los hechos vitales, o se es leal o no se es, no hay términos medios. Moralmente hablando no existe la neutralidad, todo acto volitivo sobre los deberes adquiridos (como el amor) o asumidos (como la ciudadanía) o está bien o está mal hecho.

La lealtad es el valor, la virtud que más admiro, y la deslealtad es la falla humana que más tristeza me provoca. Si una enfermedad no se cura, si un acto fortuito esperado no se cumple, si una simple comida no tiene el sabor esperado, causan desilusión, desencanto, hasta allí.

Pero la deslealtad, cuando alguien en quien confiamos nos hace trampa, nos engaña, nos traiciona, saca provecho de nosotros, entonces la frustración, el enojo que puede llegar a la rabia que esa deslealtad nos causa es la mayor desilusión humana: "confié en ti y me fallaste".

Cuando damos lealtad y la esperamos en reciprocidad, basamos todo en la confianza, que como dice un viejo principio, tan difícil es de ganar, tan fácil de perder y tanto más difícil de recuperar. No ganemos la desconfianza de nuestro próximo, de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros compañeros, de nuestros asociados en la empresa o labor que sea, seamos leales.

Hay que ser leales (cumplidos) en todo, para conservar la confianza y el respeto (y hasta admiración, si se quiere) de los demás. Debemos llevar la lealtad a los detalles pequeños, ya que quien es leal en lo poco lo será en lo mucho; si nos permitimos pequeñas debilidades de fallarle a los amigos, poco a poco nos iremos "justificando", con la excusa que sea, fallas e infidelidades más grandes, con las mayores traiciones a la vuelta de la esquina.

Lealtad en los compromisos, es la base para no caer en la debilidad de pasar de la pequeña traición a la grande. Si me permito pequeñas fallas de lealtad y soy consciente de ello, y de cómo voy traicionando la confianza ajena de menos a más, termino por devaluarme y desconfiar de mí mismo.

Por eso debo aprender de mis debilidades y evitarlas, mantener y enriquecer la confianza, más que en otros, en mí mismo, como persona confiable, leal a mis compromisos, respetable ante mí mismo y ante los demás.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Contra la campaña de acoso a los funcionarios.

Hoy cuelgo un texto en respuesta a la campaña de acoso que traen contra los funcionarios, sobre todo los periodistas, y algún gremio más. El artículo para nada es mio. Su autora es una funcionaria de la Junta de Andalucia, pero comparto desde la primera a la última de sus palabras. Lleva ya algo de tiempo circulando por internet. Hoy me ha vuelto a llegar por correo electrónico, y quiero dejarlo aquí, por que alguno todavía no se entera.

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RESPUESTA AL ARTICULO DE OPINION 
" LA DICTADURA DEL FUNCIONARIADO " de M. MARTIN FERRAND.

Sr. Martín Ferrand son muchos ya los comentarios despectivos y miserables que se están lanzando contra los funcionarios, esa casta, como usted los llama de la que yo formo parte.

Pero es precisamente su artículo de opinión, por venir de quien viene, todo un profesional del periodismo, al que yo, sinceramente creía, objetivo y sensato, el que me ha encendido sobremanera y no quiero pasar por alto mi oportunidad de respuesta porque no ha podido ser más subjetivo, más insensato y sobre todo, más erróneo en sus planteamientos contra nuestra "casta".

En primer lugar, ni yo ni ninguno de los muchos compañeros a los que trato nos sentimos ni tenemos porqué sentirnos servidores de nadie, y mucho menos queremos ser servidos.
 
Le aclaro que en mi declaración a Hacienda no consta que sea servidora de nadie, sino una empleada por cuenta ajena; en este caso, mi empresa es la Junta de Andalucía, a la que accedí por cierto tras unas duras oposiciones y que tras, 25 años de servicio como Administrativa (es decir 8 trienios), teniendo un complemento de exclusividad que me obliga a trabajar, como mínimo, 110 horas más al año que al personal que no lo tiene y gestionando un Negociado, cobro 1.500 EUR, de los cuales usted se cree muy dueño de rebajar un 20%.
 
Comenta que por la crisis es el funcionariado el que tiene que ver disminuidos sus ingresos, ¿por qué?, ¿es que en épocas de "vacas gordas" el Gobierno hace conmigo reparto de beneficios?
 
¿Está usted quizás dispuesto a darme algo de sus ingresos cuando éstos sobrepasen lo que habitualmente cobra?
 
¿Está dispuesto acaso a hacerlo algún profesional "libre" de este país?
 
Le pongo un ejemplo muy concreto.
 
Un vecino de mi bloque, trabajador de la construcción, tan discreto en ingresos como yo hasta el "boom" urbanístico, ha podido invertir y comprar 2 pisos más en Sevilla capital.
 
Es cierto, ahora está en paro y yo y toda mi casta hemos contribuido a que pueda cobrar el subsidio de desempleo, porcentaje que pagamos todos los meses aunque a nosotros no nos haga falta, pues jamás lo cobraremos.
 
Además, usted pretende rebajar mi sueldo un 20% para "repartir" con él y muchos como él que ahora no les va bien.
 
¿Hablaría usted para que me cediera uno de sus pisos y así dejar la hipoteca del único pisito que poseo y que me está quitando el sueño?
 
Los dos creemos que él no estaría dispuesto, ¿verdad?.
 
Pues yo tampoco a darle un 20% de mi sueldo.
 
Habla también de que pretendemos vivir sin la incertidumbre que acompaña a otros ciudadanos.
 
Pues sí, Sr. Martín, de eso se trata, aspirar a ser funcionarios es aspirar a poco materialmente en la vida, nunca seremos ricos, pero aspiramos a la estabilidad en el empleo, recurso al que puede aspirar cualquier persona, usted también, aprobando unas oposiciones.
 
Por tanto, si yo he aspirado a "ganar poco y vivir tranquila" es un derecho adquirido y no, no me he adueñado de nada ni considero mi puesto hereditario.
 
Mis hijos se lo tendrán que currar y posiblemente más que los suyos, por venir de una familia más humilde o sencilla como quiera llamarlo.
 
Y es en este punto donde más me enciendo, ¿con qué derecho se cree para proclamar a los cuatro vientos que mis dos hijos (estoy separada) tengan que vivir con un 20% menos de lo que viven?
Ah!.., y yo declaro hasta el último céntimo que gano (y todos sabemos que eso no es así en todas las profesiones, pues hay mucha "economía sumergida").
 
Por lo tanto no intente "calentarle" el ánimo a nadie con el hecho de que son los ciudadanos quienes con sus impuestos me retribuyen, nosotros también contribuimos y mucho a las arcas del Estado.
 
Y una cosa más, considero el trabajo de esta casta mucho más importante para el país que el de su profesión, por ejemplo.
 
Si no escribe un día un artículo no pasa absolutamente nada, pero si mis compañeros de la Sanidad , la Enseñanza , los Cuerpos de Seguridad... no acudieran a su trabajo... ¿qué ocurriría?
En fin, Sr. Martín piense más lo que escribe antes de hacerlo.
 
Yo lo suscribo por entero, y, en lo que se refiere a la Sanidad , diré (y hace mucho que quiero decirlo): Llame Ud. a un fontanero, o a un electricista, por ejemplo, un 24 o un 31 de Diciembre a las 04 horas de la madrugada (y relato dos casos auténticos ocurridos con esos dos profesionales).- ¿Cree que acudirá alguno a su domicilio?
 
- ¿Cuanto cree que le cobrará?
 
- ¿Le hará factura o le tendrá que pagar en cash? además de tener que darle las gracias, aunque al día siguiente fallen las reparaciones. Yo se lo digo: - Después de llamar a los de la Compañía de Seguros de su domicilio, no irá nadie.
 
Al día siguiente, tampoco. El primer día laborable se presentará uno que le facilitara el portero de su finca.
 
- Le dirá que, si quiere que repare la avería, le tiene que pagar en mano (creo que a eso se le llama dinero negro).
 
- Estarán en su casa: uno 7 minutos y el otro 14 minutos- Le cobrarán: uno 80 EUR por 7 minutos y otro 93 EURuritos por 14 minutos.
 
¡¡¡ No está mal !!!
 
(Por cierto al electricista se le tuvieron hasta que prestar las herramientas)
 
Ahora le diré que pasaría si Ud. (o el electricista o el fontanero de la historia) un 24 o un 31 de Diciembre a las 04 horas de la madrugada se diera una fenomenal torta con su coche (Dios no quiera) después de venir de una fiesta de esas a las que sólo pueden ir los que tienen sus ingresos (aunque, la verdad, ustedes siempre suelen ir de gorra a esos saraos, cosa que no nos ocurre a ningún funcionario:
 
- Acudirán la policía y los Servicios de Emergencia (todos ellos funcionarios que tienen la suerte de trabajar ese día).
 
- Le llevarán a las urgencias de un Hospital Público (donde se le admitirá aunque Ud. no tenga cartilla de la Seg. Social.
 
- Le atenderán celadores, administrativ@s, auxiliares de enfermería, enfermer@s, divers@s técnic@s, médic@s, etc... (todos ellos funcionarios que también tienen la suerte de trabajar ese día).
 
- Pongamos que sufre un traumatismo craneo-encefálico (repito: Dios no quiera).
Se le llevará a un quirófano ya preparado y bien limpio (también entran en esta función l@s limpiador@s que también tienen la suerte de trabajar ese día).
 
- Se le intervendrá durante varias horas esa misma noche (no el día siguiente o el otro).
 
¿Sabe cuanto cobrará por hora el que más cobrará (en este caso los médicos y neurocirujanos)? - Alrededor de 15 Euros netos.
 
El resto se lo lleva Hacienda (aquí no vale lo del dinero negro) Imagínese lo que cobrarán los demás... ¿Sabe qué ocurrirá si la operación no es de su agrado? Ud. (o el electricista o el fontanero de la historia) nos demandará.
 
Iremos todos a los Tribunales y tendremos muchos problemas.
 
¿Sabe qué ocurre si uno de sus artículos, o la reparación, no es de nuestro agrado?
 
¡¡¡ NADA !!! Entonces, Sr. Martín Ferrand, ¿sigue opinando que se nos debe bajar un 20 % nuestras retribuciones? Si es así, a Ud., y a los que piensan como Ud., sólo tengo que decirles: ¡¡¡ Váyanse a tomar por el culo !!! .